“La sobrevivencia en nuestro cantón es la pesca y la recolección de concha, de cangrejos, jaibas y otras especies. Por eso tenemos que cuidar al manglar y conservarlo. Pero hay un total desconocimiento de cómo administrar los recursos. La gente está sobreexplotando los manglares, porque no tienen otras fuentes de trabajo. Queríamos cambiar esto y lograr que vayan proyectos a la zona.
Para las capacitaciones con el CIDES invitamos no solamente a miembros de la FEDARPROBIM, sino también a otros actores, por ejemplo de municipios, de colegios o de las Mujeres Manglares. Después de cada taller los participantes se dedicaron a hacer réplicas en las comunidades, en los centros educativos o las asociaciones de artesanos. Esto causó mucha motivación, porque la gente vio que hay liderazgo. Antes, los jóvenes que llegaron a los talleres eran muy tímidos. Hoy les ha flojado la lengua, y tienen herramientas para discutir.
Además, ahora tenemos un equipo de promotores y de apoyo para la Federación, y esto demuestra que hay más confianza y mayor contacto con las organizaciones de base – hemos recuperado nuestra imagen.
Estamos constantemente en contacto con las comunidades, presentando propuestas de desarrollo. Hemos logrado parar la tala de manglares, y la gente ha empezado a repoblar la concha. Esto es un gran éxito. Aprendimos que las cosas no se demandan solamente con palos, con huelgas y cerrando las vías, pero que también se puede presionar mediante argumentos legales.
Ahora uno de los retos más grandes es la salubridad. Aquí no hay un buen sistema de recolección de basura. Hay mucha basura en el mar y muchos mosquitos, y esto y la falta de centros de salud pone en riesgos a las personas, especialmente los niños.
Otro reto es aumentar la producción y aumentar el mercado para nuestros productos. Ya logramos abrir tres centros de acopio, en Limones, Pampanal y Olmedo. Quisiéramos conseguir una empresa para empaquetar los productos y poder exportar.
Y finalmente queremos lograr más incidencia política para salir del paternalismo y coordinar mejor el trabajo del municipio con las organizaciones: Queremos ver cambios en nuestras comunidades.”
“Nuestro propósito era entender nuestros derechos en base a nuestras propias vivencias culturales. Entonces, sufríamos bastante el racismo. Cuando llegó a las autoridades, el pueblo indígena era ultrajado. Solamente a los que llegaban con coimas las autoridades hacían favores, a los otros no ayudaban. Y los compañeros indígenas no solían tener dinero para coimas…Con CIDES capacitamos a 45 mediadores comunitarios, de los cuales hoy en día unos 15 todavía están aplicando la mediación como servicio gratuito, como acción solidaria.
La capacitación nos ha permitido dar alternativas para solucionar conflictos. Hoy podemos ser respetados y debatir sobre nuestros derechos frente a las instancias ordinarias como las comisarías o los juzgados. Esto nos ayudó a valorar lo nuestro, ha elevado el autoestima, y también mejoró la integración de las mujeres: Se les ha puesto en práctica la dinámica general de los conflictos, y se les escucha e involucra. Están en las mesas y opinan.
También ha cambiado la interculturalidad. Hoy en día hay un diálogo de igual a igual y más fraterno con los mestizos.
Sin embargo, el cambio más grande fue quizás que empezamos a enfrentar conflictos más grandes. Cuando nos capacitamos empezamos a preguntarnos: ¿Pero qué hacemos con esto? La falta de empleo, la migración y la individualización de la vida causaron muchos conflictos en nuestro cantón, y uno como autoridad tenía que diseñar cómo solucionar estos conflictos. Así que decidimos armar una política de desarrollo local, y en el 2001 nació nuestra corporativa de ahorro y crédito. Con los ahorros creamos empresas, por ejemplo de turismo o de tecnificación de lácteos o embutidoras.
“Siempre me ha gustado ayudar a los demás, por eso la mediación me parecía un tema interesante. Cuando empecé con las capacitaciones ya llevaba 13 años de experiencia como teniente político y tenía cierta visión de lo que era el trabajo en temas de justicia. Sin embargo, lo que aprendimos fue una visión totalmente distinta sobre como manejar conflictos, como llegar al ser humano y como conducir a los grupos en conflicto, por ejemplo mediante mesas de diálogo.
En la actualidad la mediación es una herramienta que me permite manejar los conflictos con más claridad, capacidad y responsabilidad. Cuando era presidenta de las juntas parroquiales del país la apliqué en conflictos entre miembros de juntas parroquiales. Ahora, como teniente político, la aplico más en conflictos familiares y de vecinos.
Pienso que realmente hay que brindar un ambiente cálido y humano para bajar las presiones personales, porque las partes llegan a la oficina con una carga de emociones los unos contra los otros.
Claro que todas estas experiencias a mi también me han cambiado. Mi marido dice: Ya no eres la misma persona como antes. Han mejorado mis relaciones familiares y la relación con mi pareja y también la convivencia comunitaria. Obviamente, hay que empezar el cambio desde uno por dentro, hay que sentir que estoy en paz y quien soy. Si notas errores propios como resentimientos tienes que superarlos para que puedas atender a antiguos enemigos de la misma forma.
Si uno logra vencer las dificultades internas automáticamente todo fluye hacia fuera. Tenemos que estar con el ánimo súper-positivo para transferir este mensaje de paz. Para lograr esto yo pido a dios que me ilumine y me ponga palabras adecuadas de tolerancia y de generosidad en mi boca.
Yo veo que el mensaje de esta justicia diferente impacta a las personas. La gente dice: Qué maravilla, nunca nadie nos ha podido ayudar así. Creo que son prácticas que poco a poco van entrando al corazón y a la mente de la gente.”
Cuando el CIDES fue creado como centro de investigaciones orientado a la reforma legal, quizá no había otro en el país. Por las investigaciones que realizamos teníamos mucha cercanía con las comunidades urbanas y rurales ecuatorianas, donde luego se llevaron a cabo programas de educación legal. Estas personas sabían que no tenían a su alcance mecanismos de exigibilidad de sus derechos. Por los altos costos, la ciudadanía no tenía la posibilidad de contratar abogados o cualquier proceso judicial tardaría muchísimo tiempo. Esta experiencia dio lugar al proyecto que visibilizó al CIDES a nivel nacional: el manejo alternativo de solución de conflictos.
Al inicio de los años 90 los métodos alternativos para resolver conflictos, y la mediación específicamente, estaban empezando a tener mucho éxito en otros países latinoamericanos. Así que, en el año 1992, buscamos espacios en comunidades indígenas y en organizaciones barriales de Guayaquil y de Quito y en muchas zonas de la Sierra y del Oriente para analizar si estos métodos alternativos podrían servir aquí en el Ecuador, para dar respuesta a la necesidad de acceso a la justicia.
Puedo decir que nosotros fuimos primeros en el área de manejo de conflictos en el país, en la difusión de estas alternativas y en levantar un interés en la población ecuatoriana para que estos procesos puedan servir como método de administración de justicia. Después hubo financiamiento por parte de agencias internacionales para cámaras de comercio y otros espacios para promover los métodos alternativos de solución de conflictos, pero todos estos proyectos resultaron ser proyectos más urbanos.
Entre 1992 y 2000, con financiamiento primero del National Endowment for Democracy-NED y después de USAID/Ecuador trabajamos permanentemente en la formación de mediadores, negociadores y en general para difundir estos procesos, capacitando a gente en todo el país. Al principio, cuando los mediadores estaban capacitados y trabajando, se confirmó que las formas de manejar los conflictos al interior de comunidades indígenas son muy parecidas a las propuestas alternativas. Fue una forma de potencializar lo que es la práctica de diálogo al interior de las comunidades. Mientras que en zonas urbanas sí resultó algo novedoso pues en las ciudades se pierde mucho la práctica de dialogar para solucionar los problemas.
En los inicios del programa de manejo de conflictos, algunos mediadores comunitarios se sentían incómodos de que estaban haciendo algo fuera de lo legal porque entonces no había una ley que les autorizaba. De hecho sufrieron algunas amenazas de autoridades. Por eso, cuando se aprobó la Ley de Arbitraje y Mediación en el año 1997 fue un alivio, pues logramos que además se incluya un capítulo especial de la mediación comunitaria. Como directora del CIDES sentí que fue una legitimación de nuestro trabajo. Después de que la ley entró en vigencia se incrementó el interés en todo el país sobre cómo los métodos alternos de conflictos iban a funcionar, así que para hoy ya son métodos bien aceptados por la sociedad ecuatoriana en general.
Después el CIDES tuvo dificultades de financiamiento para sus programas, porque el trabajar en temas de justicia vinculados con manejo de conflictos fue visto como temas saturados por las agencias de cooperación; muchas organizaciones estaban haciendo lo mismo. De hecho, el financiamiento para proyectos no llegaba en estas áreas porque había en el Ecuador temas muchísimo más urgentes como las de alimentación, salud o educación. Entendíamos plenamente la crisis económica, pero no puede dejar de verse que también es parte de los derechos humanos el acceso a la justicia.
Como los índices de pobreza y la falta de acceso a la justicia todavía son altos, el manejo alternativo de solución de conflictos sigue siendo una alternativa válida. En este sentido puedo decir que nosotros fuimos actores directos en un cambio en la sociedad ecuatoriana. Aun cuando luego hubo la creación de muchísimas otras organizaciones que trabajaban temas muy parecidos a los nuestros, siempre el CIDES ha sido un referente en algunas áreas de trabajo: en el área de la justicia, en manejo de conflictos y programas de reforma legal y de mejoramiento del acceso a la justicia.
También hubo cambios dentro del CIDES. Empezamos siendo una organización que hacía investigaciones y luego desarrollamos programas de acción donde, por un lado estaba la difusión de derechos con enfoque de equidad y perspectiva de género. Por otro lado, se trabajaba en procesos de formación de mediadores en organizaciones comunitarias, transfiriendo la metodología. Quienes integramos el CIDES también participamos como asesores en procesos de reforma constitucional y legal. Hay que destacar que cualquier propuesta de reforma legal incluye un proceso de consulta y validación antes de ser presentado para la aprobación. Crecimos con nuestro trabajo porque se reconoció que fue importante, y muchos de los que apoyamos al CIDES seguimos trabajando comprometidos con lo que es la defensa de derechos.
La preocupación principal del CIDES siempre ha sido el interés por los más necesitados, sean niños, niñas, adolescentes, sean mujeres, indígenas, personas con discapacidades y minorías en general. Estos fueron los elementos que nos juntaron para trabajar y para creer en procesos de esta naturaleza.
Trabajamos mucho en igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, del derecho consuetudinario de los pueblos indígenas, del tema de niños y cómo mejorar su protección legal. Entonces finalmente descubres que hay una tendencia en el trabajo del CIDES. Para sobrevivir, a lo largo de los años no hemos saltado de un tema a otro. La identidad nuestra siempre ha estado alrededor de grupos en situación de riesgo, población vulnerable.
De alguna manera la gente ha vinculado al CIDES con los nombres de las personas que hemos estado ahí. La calidad personal y humana de todos estos profesionales ha puesto un sello en el CIDES, y esto ha dado credibilidad. Quizás esta es la razón de sobrevivencia del CIDES.
Podemos decir que el Ecuador es un país que ha reconocido muchos derechos a nivel legal, a pesar de que no todos se pueden exigir fácilmente. Pero hay un grado de conciencia mayor sobre cuales son tus derechos y cuales son los deberes de todos los ciudadanos, y esto vale mucho la pena.
También se ha impactado en el escenario político. No es una casualidad que las organizaciones indígenas por ejemplo hayan logrado una participación política inusitada. Las organizaciones con las que hemos trabajado han sido más activas que otras. Puedo mencionar la población en la zona de Otavalo o en general en Imbabura, donde hemos trabajado muchísimos años. Lo mismo en Napo, incluyendo la zona que ahora es la provincia de Orellana. Entonces, el escenario político ha ido cambiando donde además se reconocen como actores legítimos a personas de organizaciones sociales que antes no tenían acceso a la política.
Jaime Vintimilla es Profesor de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco de Quito y Director Ejecutivo del CIDES. Cuenta sobre las dificultades de mantener esta organización y lo que le anima para continuar.
Lograr que el CIDES tenga 21 años ha sido muy difícil; el tema económico, especialmente, es muy duro. La gran mayoría de las agencias internacionales no te financian realmente los gastos administrativos, y nosotros debemos pagar siempre contadora, secretaria, asistentes, etc. Muchas veces ha sido necesario sacar del bolsillo del director ejecutivo de turno. Al menos en los últimos seis años, se ha dado un gran aporte personal al CIDES, por ello, si queremos sobrevivir, se hace necesario darle un nuevo enfoque.Queremos ser una ONG, es cierto, no con fines de lucro, pero tampoco con fines de pérdida. Entonces, tenemos que volvernos una especie de ONG empresarial, que tengamos alguna forma de autogestión. Creo que esto ha sido lo más difícil: en un mundo tan competitivo mantenernos activos.
Para mi es un reto estar en el CIDES, pues siempre tienes que buscar proyectos, tanto para ver si es posible trabajar temas que puedan apoyar al país o, al menos, una comunidad, como el estudiar si es factible apoyar a alguna institución pública. A mi me parece que aunque sea poco, algo sí hemos logrado. Por ejemplo, la Defensoría del Pueblo que tenía un mediador, luego de trabajar con nosotros, hoy tiene 20 mediadores. En muchas comunidades hemos formado mediadores comunitarios que resuelven conflictos, conociendo lo que son derechos humanos.
Me siento orgulloso de ver que hemos conseguido que muchas personas mejoren su autoestima, conozcan sus derechos y empiecen a luchar por la igualdad. El orgullo del CIDES es que hemos sido un equipo técnico y no político ni religioso. Hemos dado herramientas para que las personas y los beneficiarios las utilicen de acuerdo a lo que ellos consideren que es correcto, no hemos impuesto nada, no hemos llevado en absoluto ninguna idea preconcebida, simplemente han sido herramientas para que la gente pueda tener desarrollo. Me gusta estar aquí porque realmente creo que puedes hacer algo en beneficio de la gran mayoría que lo necesita.
El objetivo fundamental del trabajo que desarrollamos es tratar que todas las personas alcancen estándares de ciudadanía, conociendo sus derechos y obligaciones. Creo que la importancia del CIDES es tratar que las personas sean ciudadanos y que puedan aprovechar las oportunidades que el Estado les brinda. Lo que queremos es que todos conozcan sus derechos y también sus obligaciones.
Otra de las funciones del CIDES es trabajar por el mejoramiento del sistema de justicia. En este sentido, lo primero que habría que implementar es un diagnóstico general sobre el acceso a la justicia, pues el problema es muy grave y complejo: Un 50% de la población del Ecuador no tiene acceso a la justicia. Por trabajar en las comunidades afroecuatorianas, indígenas y campesinas, para que puedan utilizar sus propios mecanismos de solución de conflictos, sean éstos la mediación, la justicia indígena o la justicia comunitaria, y que vayan a la ciudad o a la capital de la provincia solamente cuando sea estrictamente necesario. Además, mejorar la justicia no es solamente tener buenas normas, buenas leyes, sino también es hacer que el ciudadano sepa para qué están las instituciones públicas y para qué están las instituciones comunitarias. eso ha sido una prioridad
Robustecer la justicia también implica el hecho que la comunidad pueda trabajar en una especie de seguimiento a los órganos públicos, por ejemplo, hemos coordinado actividades con la Defensoría del Pueblo, pues ya no es tiempo de criticar a los órganos, que sirven o que no sirven, sino de apoyarlos para mejorar lo que ellos hacen. Este es un segundo reto del CIDES.
Finalmente, es fundamental un cambio cultural. ¿Y cómo logramos los cambios culturales?, mejorando la educación jurídica, ya sea en las universidades, ya sea en los colegios y en las escuelas. Lo que se necesita es que las personas vean que el derecho no es un obstáculo, sino que es una herramienta para la convivencia pacífica y la democracia verdadera.
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Quito - Ecuador